Mis dos partos previos fueron inducciones y esta vez quería que fuera diferente, pero como me tenía que inyectar heparina no era seguro que pudiera acceder a la anestesia epidural. Así que no me quedaba otra que enfrentarme al dolor, uno de mis grandes miedos.
Por eso empecé a investigar sobre la fisiología del parto y recursos para un parto sin dolor. Madre mía lo que aprendí!! De todos ellos el que más me sorprendió fue el uso de la voz en el parto.
Fui al hospital porque rompí aguas y cuando ingresé estaba de 4 cms. Debía tener contracciones pero no las sentí hasta que no estuve de 7cms. Un poquito antes me destemplé y aunque me sentía tranquila y feliz, mi cuerpo estaba en tensión por el frío. La habitación parecía un horno, pero yo no entraba en calor. Cuando empezé a sentir la intensidad de las contracciones tuve algunas dudas pero al mismo tiempo seguía en calma y centrada. Me di una ducha para entrar en calor y la voz me ayudaba con cada contracción: me daba seguridad, presencia y fuerza. En esos 20-30 minutos dilaté los últimos 3 cms. Si, en tan poco tiempo!!!
Cuando salí de la ducha tuve un deseo muy fuerte de tumbarme sobre mi lado derecho y el expulsivo me sorprendió en esa postura. No era mi idea parir en la cama pero curiosamente era una de las mejores posturas en mi caso (eso me dijo mi ginecóloga) porque la niña vino en posterior. Qué experiencia tan alucinante haber sabido escuchar a mi cuerpo y a la naturaleza misma.
Y en el expulsivo la voz me sirvió otra vez para empujar con fuerza, para abrirme aún más y me sentí también muy conectada conmigo misma, con el papá y con todo lo que estaba sucediendo, pero sobre todo con mi pequeña. Pude verla salir y fue algo increíble y precioso. Cuando todo acabó la alegría fue tan inmensa que estuve varios días como en estado de shock asimilando la experiencia. Fue mágica. Si tuviera que describir mi estado lo calificaría de felicidad máxima.
Desde el principio la voz me sorprendió porque vi que esa gran fuerza estaba ahí sin yo saberlo. En el trabajo de la voz encontré libertad, potencia, confianza, alegría… Así llegué al hospital, como si me fuera de fiesta. Muchas gracias, Esther!!!