Cuando se canta desde el corazón algo especial sucede…. puede llamarse magia o nombrarse de mil modos diferentes, pero lo importante es que cuando nos permitimos cantar ofreciendo nuestro amor a través de nuestras voces a nuestros hijos el tiempo se ralentiza, las miradas se encuentran y nos sentimos presentes, comunicándonos y sintiendo nuestros cuerpos vibrar al unísono. 
Desde el mismo centro de las emociones surge nuestra voz, desbloqueando, permitiendo la expresión, sanándonos a nosotros mismos. En el canto podemos encontrar el recurso de expresar lo más profundo de nuestro ser… disfrutando… y compartirlo con nuestros hijos.
Podemos prestar una atención especial a nuestra voz y reconocernos en ella. Volver a escucharnos en el sonido, en la pura vibración, lejos de palabras…  como hacen nuestros hijos al soltar su voz. Nos encontramos así en una escucha primal, sin tapujos, sin juicios, sin nada que esconder ni ningún lugar donde poder ni querer esconderlo. Así podemos abrirnos a una escucha diferente, más limpia y abierta, flexible, respetuosa, reconfortante…  que nos permite mirar hacia nuestro interior y compartir una parte de nuestra esencia a través de nuestra voz.

Agradezco a Lucía, Isabel y Damián por compartirnos con tanta ternura su vivencia en el grupo de musicoterapia para familias con bebés.
 
“Me siento profundamente agradecida porque un día aparecieron Myriam y Esther en mi vida. Llegaron a mi, a través de la recomendación de mi amiga y profe de yoga prenatal, Marta Fernández. Marta las conocía y conocía su trabajo, y sin saber muy bien qué era aquello de la Musicoterapia, llamé a Esther y me apunté a uno de sus grupos de acompañamiento a la crianza. Cuando comenzamos en el grupo mi hija, Lucía, tenía apenas 5 meses. Y yo hacía un montón de años que no cantaba. Aquellos meses que compartimos fueron muy especiales. Esa magia, esa energía única que acompaña todo nacimiento impregnaba la sala donde cada viernes nos reuníamos, a cantar y a compartirnos. Compartimos experiencias, vivencias, sentimientos…en un entorno cálido y lleno de amor, donde no había que dar muchas explicaciones para sentirnos  escuchados, apoyados y reconfortados. Con esto sólo, ya habría más que motivo suficiente para atreverme a recomendar la experiencia a otras familias, a otras mamás. Pero es que durante aquel tiempo nos llenamos de mucho más. Nos llenamos de la fuerza del grupo que te sostiene. Y todavía hoy, que ya terminaron los encuentros de musicoterapia auspiciados por el “hada madrina” Esther, nos seguimos encontrando y sigue siendo tan bonito saber que existe esa conexión. Además de todo esto, los encuentros se hacían acompañados por la música. Por la voz maravillosa y amorosa de Esther. Con todas esas canciones  llenas de belleza que aprendimos y cantamos, y que resonarán dentro de nosotros y de nuestras hijas e hijos toda la vida. Yo sentí cómo poco a poco mi voz se fue soltando; fue renaciendo de algún lugar olvidado. Como mi voz fue renaciendo a la vida, y como mi voz comenzó a fluir para expresar lo que realmente siente mi corazón……Esto son sólo algunos de los milagros que suceden cuando se canta desde el amor. Todo esto vivimos. También vivimos y aprendimos compartiendo otras formas más respetuosas de abordar la crianza, y que tanto mi pareja, Damián, como yo hasta ese momento no habíamos tenido oportunidad de experimentar. Por esto también nos sentimos muy agradecidos…….Y por todos aquellos momentos en los que mecidos por nuestras voces y sostenidos por nuestras miradas, tocamos el cielo y la luz de la Vida. Gracias!!!”

¡Bien hecho!